Fábrica de Excusas (Pastor Andrés Mejía)
Fábrica de Excusas (Pastor Andrés Mejía)
I Iglesia ETP
, 09 noviembre 2025
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57:08

Éxodo 4:10 “Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua."

La palabra excusa proviene del latín “excusare” que significa liberarse de una culpa, de una falta o una responsabilidad. La excusa es la respuesta humana de alguien que quiere liberarse de una culpa, de una falta o de una responsabilidad, la excusa es una justificación que alguien presenta para evadir una obligación, suavizar un error o evitar una consecuencia. Y la verdad es que estamos llenos de excusas.

Cada vez que Dios habla solo tenemos excusas, cada vez que Dios pide cuentas solo tenemos excusas, cada vez que Dios quiere hacer algo lo único que el hombre presenta son excusas. Y yo quiero que usted diga conmigo fuerte: “no hay excusas”.

Si Dios te llama, no hay excusas. Si Dios necesita de ti, no hay excusas. Si Dios quiere hacer algo contigo, no hay excusas, porque la excusa es la respuesta humana a la justificación, al error, a la falta y a la carencia. 

Encontré en la Biblia todos los hombres a los que Dios llamó que presentaron delante de Él “una excusa”:

Moisés: En el libro de Éxodo 4:10 “Entonces dijo Moisés a Jehová, Ay Señor, nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes ni desde que tú hablas a tu siervo, porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”. Moisés, ofreció una excusa. 

Toda la vida esperamos que el Señor se revele en nuestras vidas, todo el tiempo esperamos ver la gloria de Dios, nuestra expresión es: “Señor, yo quiero verte cara a cara; Señor, yo quiero que me hables”; Otros anhelan la vara para abrir el mar; Otros quieren hablarle a la peña y verla brotar agua; Otros quieren ser los líderes de movimientos tan grandes como el que lideró Moisés, pero la verdad es, que cuando Dios habla, lo único que le ofrecemos son, excusas. Dios le está entregando a Moisés un llamado tan grande, tan grande y la respuesta de Moisés al Señor es: “No puedo hablar bien”, una excusa.

Dios conoce el anhelo de tu corazón, pero siempre se detiene muchas veces por una excusa, ya que es muy fácil decir “yo quiero ver a Dios cara a cara”, pero cuando Dios te dice: “Sube aquí, sube al monte”, siempre aparece una excusa: No tengo tiempo, estoy ocupado, estoy cansado, trabajo mucho y nos quedamos solo con el anhelo, decimos “Quiero verte”, pero no nos atrevemos a subir al monte, porque cuando Dios demanda sacrificio, lo único que le ofrecemos a Dios son excusas.

Moisés tenía más de 80 años cuando Dios le dijo “Sube al monte”, Moisés rompe las piedras de los diez mandamientos y el Señor le dijo “Recógelas y sube al monte”, eso significa que la primera vez subió ligero con manos vacías, la segunda vez subió con el peso de la ley sobre él. Él sabía que Dios no admite excusas.

Cuando Dios dice “Sube al monte”, no está dando una simple instrucción geográfica; está emitiendo una convocatoria espiritual. Es una cita divina donde el cielo se revela y el hombre se transforma. Este llamado implica separación, esfuerzo y encuentro.

  • Es un llamado a la altura espiritual: “Subir” implica ascender, salir del nivel común. El monte representa el lugar donde se dejan atrás las distracciones, los ruidos y las voces humanas para escuchar solo la voz de Dios. En Éxodo 24:12, el Señor le dijo a Moisés: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles”. Allí no solo le entregó mandamientos, sino revelación y dirección. Es decir, quien sube al monte no regresa igual, sino con palabra fresca y rostro transformado.
  • Es un lugar de intimidad y revelación: El monte es el escenario donde Dios habla en secreto. No es un espacio físico solamente, sino una dimensión espiritual donde la carne se silencia y el espíritu se despierta. Jesús, en Mateo 17:1-2, llevó a Pedro, Jacobo y Juan al monte, y allí fue transfigurado delante de ellos. Esto enseña que la gloria de Cristo no se revela en el valle, sino en la altura de la comunión.
  • Subir al monte es, entonces, separarse para oír lo que otros no escuchan. Los que permanecen abajo solo ven la nube; los que suben dentro de ella escuchan la voz.
  • Es un proceso de santificación: Cada paso hacia la cima representa un nivel de purificación. En el monte, Dios no solo se revela: también santifica. Antes de subir al Sinaí, Moisés mandó al pueblo a lavar sus vestidos (Éxodo 19:10). La pureza antecede la altura. Por tanto, subir al monte implica dejar atrás el polvo del camino, los afectos carnales y las cargas emocionales. Nadie puede subir con peso innecesario.
  • Es transformación: El monte también es símbolo de crisis y cambio interior. Allí se enfrenta la soledad, el cansancio y la lucha interna, pero también se produce la metamorfosis espiritual. Quien sube se encuentra consigo mismo, con su límite y con el poder de Dios que lo supera. El monte no es solo un lugar de encuentro, sino también un altar de rendición.
  • Subir al monte demanda esfuerzo, resistencia y fe. Las promesas no se hallan en el llano, sino en la cumbre. El monte representa los procesos difíciles de la fe: la prueba, la espera, la obediencia sin explicación. Como Abraham en Génesis 22, que subió al monte Moriah con su hijo, creyendo que “Jehová proveerá”. Cada paso fue una declaración de confianza en un Dios que se manifiesta en la altura del sacrificio.
  • “Sube al monte” es el eco eterno de Dios llamando a sus hijos a una relación más alta, es una invitación a salir de lo superficial, a buscar lo eterno, a entrar en la nube de Su presencia, solo los que aceptan el ascenso experimentan la gloria, porque los secretos del cielo no se revelan en el valle, sino en la cumbre del monte.

El día que Moisés le dijo a Dios “no puedo”, Dios le dijo “No hay problema, levantó a otro que va a hablar por ti”, Éxodo 4:10-16 “Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. 11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? 12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. 13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar. 14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. 15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. 16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios”. (Esto hay que explicarlo a la iglesia).

Dios no pierde tiempo cuando tú te excusas, Dios tiene un plan y lo va a ejecutar y si tu excusa impide que te metas en la agenda de Dios, Dios va a llamar a alguien que no tenga excusa; Muchas veces queremos ser usados por Dios pero estamos llenos de excusas.

¿Cuántos llamados se ven frenados por gente que lo único que tiene es una excusa para esconder su fracaso, su falta de responsabilidad, su falta de sacrificio, su falta de entrega? ¿Cuánta gente se propone subir al monte pero nunca llega a la cima? ¿Cuánta gente se propone hacer un ayuno que nunca termina? ¿Cuánta gente se propone leer la Biblia y jamás termina un capítulo? ¿Cuánta gente se propone orar pero no pasa de… Padre nuestro que estás en los cielos? Porque lo único que le presentamos a Dios son excusas.

Dios quiere hacer cosas sobrenaturales en tu vida, pero Dios necesita que dejes de tener excusa...